viernes, julio 4

De Gaza a València

Entre gritos de “Mazón dimisión”, una banda de música ha decidido devolverle la dignidad al pueblo valenciano, dignidad que su Molt Honorable President (nótese la ironía) se dejó en el Ventorro.

La Raíz en el Wizink justo al acabar su primer concierto de la gira en el auditorio madrileño. Fuente: Javier Bragado

Mientras el Consell PP-Vox desmonta políticas públicas, crea una guerra del valenciano, despide intérpretes de lengua de signos y banaliza la emergencia climática, La Raíz regresa a los escenarios para recordarnos que no basta con cantar: hay que elegir de qué lado se canta. La música puede ser una trinchera o un decorado, y ellos nunca han sido de los que ponen buena cara al poder cuando ese poder se dedica a recortar derechos.

En una época donde el racismo se disfraza de “sentido común” y se legisla contra el diferente desde los despachos de Vox, hay que señalar que no, el problema no es quien llega en patera ni quien habla otro idioma, sino quien construye trincheras con discursos de odio. Porque no hay cultura sin memoria, ni pueblo sin dignidad. Y en València, desde que Mazón se alió con la ultraderecha, la dignidad se pelea cada día, en la calle, en las aulas, en los escenarios.

Frente a la cobardía de tantos artistas que prefieren no mojarse —no vaya a ser que pierdan contratos—, La Raíz toma partido con la naturalidad de quien sabe que una canción no va a cambiar el mundo, pero puede despertar a quienes sí lo harán. Mientras muchos callan, ellos gritan que ya está bien de mirar a otro lado, por las mujeres de Gaza y su honor. Palestina muere. Y el mundo —Melody incluida— elige no incomodar al statu quo. No hay discursos valientes en las galas, ni compromiso en los trending topics. Solo silencio, indiferencia y coreografías.

Frente a eso, suenan tambores que no entienden de neutralidades. Hay versos que no piden permiso y guitarras que estallan como quien lanza piedras contra un tanque. Porque en cada bombardeo que Occidente calla, hay un pueblo resistiendo. Y en cada silencio cómplice, una vida menos.

No se trata solo de Palestina. Se trata de los migrantes que desaparecen en el mar sin nombre ni funeral, de las familias desahuciadas, de quienes sufren por ser diferentes. Se trata de no acostumbrarse. De no cantar cuando se quema la casa del vecino, como si el fuego no fuera a llegar a la tuya.

Mientras Mazón sonríe en actos oficiales rodeado de palmeros (alguno pilareño), las políticas de su gobierno consolidan una deriva reaccionaria que blanquea a la ultraderecha. Y mientras, La Raíz levanta el puño con cada acorde, porque entienden que la cultura no está para adornar, sino para cuestionar.

No necesitamos más artistas que juegan a gustar a todo el mundo. Necesitamos canciones que incomoden, versos que molesten, melodías que atraviesen la propaganda. No basta con entretener si no hay compromiso. Porque el que calla, otorga. Y en tiempos como estos, callar no es una opción.

Tal vez no tengamos armas, pero tenemos canciones. Y eso, a veces, basta para tumbar reyes.

Miles de personas lo han entendido en esta gira. Y cada día somos más. Personas que, como yo, hemos elegido volar, antes que hundir los pies en los barros de la vulgaridad.

Ángel Tomás Cegarra. Concejal del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Pilar de la Horadada.